Nuestro socio y cofundador, Danny Daniel, comprende el impacto transformador que puede tener un choque en la vida de una persona.
Cuando tenía dos años, mi padre condujo al trabajo y nunca regresó. Un conductor ebrio lo chocó de frente.
Me quedé sin papá y fui testigo de cómo mi mamá luchó tras perder a su alma gemela.
Una compensación de una demanda por lesiones personales le dio a mi familia el apoyo económico que tanto necesitábamos y un pequeño fondo universitario que me permitió estudiar Derecho.
Por eso decidí dedicarme al área de lesiones personales: para ayudar a quienes atraviesan tragedias similares y marcar una diferencia positiva en sus vidas.
Cuando fundé mi propio despacho, imaginé una diferencia clara en la manera en que mi equipo apoyaría a los clientes en sus momentos más vulnerables. Mientras que algunos abogados ven a las personas como simples números de caso, yo quería valorar de verdad la historia única de cada cliente y tomar en cuenta todas sus pérdidas después de un choque.
Y solo había una persona con la que quería iniciar este despacho
Jonathan y yo nos hicimos amigos de inmediato. Fuera de clase, hablábamos de nuestra pasión por ayudar a los demás mientras íbamos de pesca o de cacería. Jonathan era un protector, siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesitara, aunque eso significara llevarse una buena paliza.
Jonathan y yo supimos desde el principio que nuestras trayectorias combinadas podían formar una sociedad única. Aprendimos sobre distintas áreas del derecho de lesiones personales en los despachos donde trabajamos y soñábamos con un lugar de trabajo con una cultura extraordinaria. Éramos el equipo perfecto.
En diciembre de 2000, le propuse la idea a Jonathan. "Empecemos nuestro despacho", le dije.
Sin embargo, el trabajo de Jonathan iba tan bien que no podía dejarlo, además tendría que sacar a su familia de su hogar y mudarse. Así que me rechazó.
Aunque tenía claro que quería a Jonathan como mi socio en el despacho, seguí adelante. Para poder pagar mi primer anuncio en las Páginas Amarillas, vendí mi querido Camaro del '69 por $13,000. Aún sigo pensando en ese auto.
Al día siguiente, Jonathan me devolvió la llamada.
"Danny, ¿de verdad vas a dejar tu trabajo y poner en marcha tu propio despacho?"
"Sí, lo voy a hacer."
“Sí, lo estoy haciendo”
"Bueno, voy contigo" Jonathan dijo. "¡Vamos a hacerlo!"
Nació Daniel Stark Law.
Con el corazón puesto en servir a los demás y la pasión por proteger a las personas, abrimos nuestras puertas hace más de 20 años y nos lanzamos de lleno a la batalla legal. Tenemos una tenacidad única cuando se trata de defender a nuestros clientes y hacer que las aseguradoras rindan cuentas.
Gracias a nuestro equipo comprometido, nos hemos convertido en uno de los despachos de abogados más respetados del país. Tenemos garra, y lo estamos haciendo bien. Para nosotros no se trata solo de ganar casos, sino de construir relaciones con nuestros clientes.
La mayor recompensa que recibimos por nuestro trabajo es la confianza y el respeto de nuestros clientes. No hay nada que nos alegre más el día que cuando un cliente se nos acerca en la calle para presumir del gran trabajo que está haciendo nuestro equipo. Nuestro objetivo es hacerlo tan bien que nuestros propios clientes se sientan inspirados a compartirlo con los demás. Así sabemos que realmente estamos marcando una diferencia en sus vidas.